domingo, 19 de junio de 2011

¡ SIRENAS !



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En la mitología griega, las sirenas (plural griego: Seirênes) eran tres peligrosas mujeres-pájaro, retratadas como seductoras, que vivieron en una isla llamada Sirenum Scopuli.


Más tarde, las tradiciones identificaron la geografía de esta isla con los floridos islotes de AnthemoessaAnthemusa, el Cabo Pelorum, las islas deSirenusian cerca de Paestum o de Capreae. Todas estas localizaciones están rodeadas por acantilados y rocas.


Los marineros que navegaban cerca de estos lugares escuchaban su música encantadora –que eran las voces de las sirenas– y naufragaban inevitablemente en las costas rocosas.

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Aunque engañaban a los marineros, las sirenas no eran deidades marinas.



Estas mujeres mitológicas son consideradas hijas del dios del río llamado Achelous, padre de Terpsícore, Melpomene, Sterope o Chthon y la Tierra, tal como escribe Eurípides en su obra dramática Helena. Allí, Helena, angustiada, las llama “mujeres aladas, vírgenes, hijas de la Tierra”.


Sin embargo, los escritores romanos relacionaron a las sirenas, ante todo, con el mar. Las llamaron “hijas de Forcis”. Homero no agrega ningún dato sobre su origen o nombres; sólo menciona dos sirenas en la Odisea.


Escritores tardíos sí mencionan sus nombres y número: tres sirenas llamadas Peisinoe, Aglaope, y Thelxiepeia, o una tríada bautizada como Parthenope, Ligeia, y Leucosia. Por su parte, Eustathius indica que eran dos, Aglaopheme y Thelxiepeia.
Sirenas


Su número varía según los relatos mitológicos o dramáticos. Por lo general, son entre dos y cinco, y sus nombres suelen ser Thelxiepeia/Thelxiope/Thelxinoe, Molpe, Aglaophonos/Aglaope, Pisinoe/Peisinoë, Parthenope, Ligeia, Leucosia, Raidne y Teles.


Según Ovidio (Metamorfosis V, 551), las sirenas eran la compañía de la joven diosa Perséfone. Sus alas eran un regalo de la deidad Demeterpara poder buscar a Perséfone cuando la secuestraron.

Sirena Dolls

 Su canción seductora es una invitación permanente a la aparición de esta última.


El término "canción de las sirenas" alude a una súplica difícil de resistir. Si no se está precavido, se puede caer en la tentación, y esta falta de atención conducirá a un mal resultado.


Escritores tardíos han deducido que las sirenas eran antropófagas (caníbales) en base a las descripciones de Circe, quien se pasea por los prados entre montones de cadáveres descomponiéndose, pedazos de piel y huesos diseminados por doquier.

Sirena

Por su parte, Jane Ellen Harrison cree que es extraño y hermoso que Homero transforme a las sirenas en seres afines a los espíritus y no a la carne, teniendo en cuenta la canción de las sirenas que prometen a Ulises la revelación de verdades con la falsa promesa de decírselas. Ellas cantan:
"Una vez que oigas el contenido de sus corazones te convertirás en un hombre más sabio. Sabemos todos los dolores que los griegos y los troyanos soportaron. ¡Nosotras sabemos todo!”


Son criaturas proféticas como la esfinge, con quien comparten muchos elementos afines. Harrison ha observado que su canción tiene el efecto de una melodía capaz de tranquilizar a los vientos. Pero el desenlace de la canción es, inevitablemente, la muerte.  



Pero que la carne de los marineros se esté descomponiendo cerca de ellas no es indicio de que se los haya comido.

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Otras interpretaciones indican que, cuando sus plumas fueron robadas, la naturaleza divina de las sirenas las mantuvo vivas, pero como eran incapaces de prever sus visitantes éstos murieron de hambre porque rechazaron irse.


Las sirenas, como las arpías, condensan cualidades de las mujeres y de los pájaros. En el arte griego temprano, las sirenas fueron representadas como aves dotadas de grandes cabezas femeninas, plumas de pájaro y pies con escamas. Otras veces, se las representaban con melenas de león.


Más adelante se retrataron como figuras femeninas con piernas de pájaro, con o sin alas, que tocaban variados instrumentos musicales, especialmente arpas.


Una enciclopedia bizantina describe los pechos de las sirenas con formas de gorriones o afirma que estos seres mitológicos eran pequeños pájaros con caras de mujeres. La comparación con los pájaros, además, surge por sus hermosas voces características.


Pero las últimas versiones pictóricas de sirenas las muestran como damas seductoras, de hermosa apariencia física.

sirenas,mermaid

El hecho es que en español, francés, italiano, polaco, rumano o portugués, la palabra para mermaid es respectivamente Sirena, Sirène, Sirena, Syrena, sirena y Sereia.


Esta falta de diferenciación (que sí conserva el inglés) genera confusión visual para la representación de las sirenas que en inglés aluden a“mermaids” (mujeres-peces).

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Durante el siglo primero, el historiador romano Plinio el Viejo creía que las sirenas eran pura fábula “aunque Dinon, el padre de Clearchus, un escritor reconocido, afirme que existen en la India y que encantan a los hombres con sus canciones, primero calmándolos para dormirlos y luego desmembrándolos cruelmente”.


En sus anotaciones, Leonardo da Vinci menciona la existencia de sirenas. También en 1917 Franz Kafka escribió acerca del “Silencio de las sirenas”.


Una supuesta sirena proveniente de Canosa, un sitio de Apulia (que por entonces era parte de la Magna Grecia) acompañaba a los difuntos durante los entierros, para conducirlos en el viaje hacia su vida futura.

Animated Mermaid

Se han hallado figuras de terracota con rastros de un pigmento blanco, original, que revela una mujer con patas, alas y cola de pájaro. La misma se conserva en el Museo Arqueológico Nacional de España, situado en Madrid.



Cuentos de sirenas

 Franz Kafka.


El silencio de la sirena

Existen métodos insuficientes, casi pueriles, que también pueden servir para la salvación. He aquí la prueba: 
Para protegerse del canto de las sirenas, Ulises tapó sus oídos con cera y se hizo encadenar al mástil de la nave. Aunque todo el mundo sabía que este recurso era ineficaz, muchos navegantes podían haber hecho lo mismo, excepto aquellos que eran atraídos por las sirenas ya desde lejos. El canto de las sirenas lo traspasaba todo, la pasión de los seducidos habría hecho saltar prisiones más fuertes que mástiles y cadenas. Ulises no pensó en eso, si bien quizá alguna vez, algo había llegado a sus oídos. Se confió por completo en aquel puñado de cera y en el manojo de cadenas. Contento con sus pequeñas estratagemas, navegó en pos de las sirenas con alegría inocente. 


Sin embargo, las sirenas poseen un arma mucho más terrible que el canto: su silencio. No sucedió en realidad, pero es probable que alguien se hubiera salvado alguna vez de sus cantos, aunque nunca de su silencio. Ningún sentimiento terreno puede equipararse a la vanidad de haberlas vencido mediante las propias fuerzas. 
En efecto, las terribles seductoras no cantaron cuando pasó Ulises; tal vez porque creyeron que a aquel enemigo sólo podía herirlo el silencio, tal vez porque el espectáculo de felicidad en el rostro de Ulises, quien sólo pensaba en ceras y cadenas, les hizo olvidar toda canción. 
Ulises (para expresarlo de alguna manera) no oyó el silencio. Estaba convencido de que ellas cantaban y que sólo él estaba a salvo. Fugazmente, vio primero las curvas de sus cuellos, la respiración profunda, los ojos llenos de lágrimas, los labios entreabiertos. Creía que todo era parte de la melodía que fluía sorda en torno de él. El espectáculo comenzó a desvanecerse pronto; las sirenas se esfumaron de su horizonte personal, y precisamente cuando se hallaba más próximo, ya no supo más acerca de ellas. 
Y ellas, más hermosas que nunca, se estiraban, se contoneaban. Desplegaban sus húmedas cabelleras al viento, abrían sus garras acariciando la roca. Ya no pretendían seducir, tan sólo querían atrapar por un momento más el fulgor de los grandes ojos de Ulises. 
Si las sirenas hubieran tenido conciencia, habrían desaparecido aquel día. Pero ellas permanecieron y Ulises escapó. 

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La tradición añade un comentario a la historia. Se dice que Ulises era tan astuto, tan ladino, que incluso los dioses del destino eran incapaces de penetrar en su fuero interno. Por más que esto sea inconcebible para la mente humana, tal vez Ulises supo del silencio de las sirenas y tan sólo representó tamaña farsa para ellas y para los dioses, en cierta manera a modo de escudo.












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1 comentario:

  1. Me agrado mucho tu texto, muy informativo y entretenido, aunque el pajarito del twitter me resultaba algo inoportuno y no me dejaba leer, >=( GRACIAS!!! =D

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